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Letras para Volar

El puente del diablo

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Contenido con Guía instruccional »

En el Estado de Jalisco en tiempos Coloniales el pueblo de Zapotlanejo y Puente Grande estaban separados por un ancho y caudaloso rio que impedía la comunicación entre ellos, las fuertes  corrientes y la creciente continua del rio hacían peligrosos los  traslados en canoa y las construcciones de los alarifes, que eran hombres que se dedicaban a la construcción, eran derribadas continuamente por la fuerza del rio.

En uno de estos pueblos habitaba un hombre muy enamorado de una hermosa mujer; que vivía del otro lado del rio en el  pueblo vecino. Este hombre,  todas las  noches intentaba cruzar el rio para ver a su hermosa amada, pero  muchas veces no lograba  cruzarlo.

Después de varias noches de intentos fallidos para poder ver a su amada, el hombre se sintió desesperado y fue a refugiarse a una cantina  hasta emborracharse, al salir de la cantina camino hacia el rio y estando frente a él,  grito en 3 ocasiones:

– “Daria mi alma por que existiera un puente, que me permitiera cruzar y ver a mi amada.”
– “Daria mi alma por que existiera un puente, que me permitiera cruzar y ver a mi amada.”
– “Daria mi alma por que existiera un puente, que me permitiera cruzar y ver a mi amada.”

De repente…… las copas de los arboles mugieron, cómo un toro enfurecido, las aves nocturnas dejaron de cantar y la luna tímidamente se fue ocultando entre las negras nubes, del silencio sepulcral se dejó escuchar una cavernosa voz que decía:

– ¡Soy el amo y señor de las tinieblas!. Estas seguro  que darías tu alma.  Insignificante mortal.

El hombre sabiendo que se trataba del amo y señor de las tinieblas, pensó y respondió desesperado:

– Si!!!.  Daría mi alma por que existiera un puente para poder cruzarlo y ver a mi amada.

A lo que el amo y señor de las tinieblas contesto:

– Esta noche,  antes de que cante el primer gallo, habré construido un puente que  resista la corriente del fuerte rio y como pago, tomaré tu alma. Si para el primer canto del gallo no he terminado el puente, dejaré tu alma libre y el puente quedara hasta donde este construido.

El hombre se retiró pensativo y asustado. ¡Había hecho un trato con el Diablo! Mas su ilusión  era reunirse con su amada.

Mientras tanto el Diablo, mando llamar a todos los demonios del averno, y comenzó con la construcción del puente. De repente allí estaban.  Cientos de diablitos corriendo de aquí para allá, algunos empujando carretillas llenas de piedras y  otros pegándolas. El puente quedaría terminado en tiempo y forma, según lo que les ordeno  el diablo.

Sin darse cuenta del otro lado del rio, una persona escuchó el pacto ahí sucedido. Corriendo fue a avisarle a la mujer el trato que su amado había hecho con el Diablo, está preocupada por su amado y sabiendo que estaba mal lo que él había hecho, inteligentemente fue  al patio de su casa, y comenzó a golpear sus muslos, simulando el aleteo de los gallos, después entono un kikirikiiii tan esplendido, que los gallos de las casas vecinas despertaron y comenzaron a anunciar la llegada de la mañana. En  segundos todos los gallos del pueblo cantaban, anunciando el alba, gracias a la astucia de la mujer.

En el pueblo, el diablo saboreaba su casi seguro éxito. Solamente faltaba poner una piedra, y la pondría el diablo en persona. Iba trepado encima de una carretilla recibiendo vítores de los chamucos, cuando de pronto el canto de los gallos se escuchó por todo el pueblo.


Entonces el demonio, al ver que estaba todo perdido, se arrojó a las aguas del rio seguido por todo el averno que trabajo en la construcción del puente, dejando tras de sí: carretillas, palas, cintas métricas, planos y demás enseres de la construcción.

El alma del hombre enamorado fue salvada por su amada.

Desde ese día, en ese puente existe un hueco secreto, que es en donde iría la piedra que el demonio no alcanzo a poner. Dicen los habitantes del pueblo que si alguien trata de poner alguna piedra en ese lugar, esta se cae al rio.

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