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En el inicio de los tiempos, cuando los dioses eran hombres, había una bella princesa llamada Ixchel. Ixchel tenía muchos pretendientes y entre éstos había uno llamado Itzamná.
Un día llegó un príncipe de otro imperio para rendir tributo a la gente de Ixchel por su victoria en batalla, y se enamoró de ella.
La gente del pueblo le dijo que Itzamná la pretendía y que al parecer ella empezaba a enamorarse de él. El príncipe no escuchó y decidió que pelearía por el amor de Ixchel.
Para solucionar este problema la hermana mayor de Ixchel, Ixtab, dijo:
– Pelearán hasta que uno de los dos muera y el que sobreviva se quedará con Ixchel.
Ambos asintieron con la cabeza y dijeron:
– Estamos de acuerdo.
Pero había un problema, Ixtab desconocía que Ixchel estaba enamorada de Itzamná.
Los hombres comenzaron la lucha y justo cuando Itzamná iba a vencer al príncipe, éste lo hirió haciendo trampa y murió.
Ixchel al ver a su amado morir corrió desesperada del lugar y gritó:
– ¡No! ¡Es tu culpa Ixtab! Te hago responsable de lo que me pase.
Ixchel se quitó la vida e Ixtab le mandó una maldición al príncipe por jugar sucio y provocar la desgracia:
– Desde este día te maldigo, por ser responsable de ponerle fin a la vida de dos inocentes.- dijo Ixtab
Al final esta historia es de felicidad para los enamorados, las almas de las doncellas de la princesa los guiaron al cielo y así Itzamná pasó a ser el Dios Sol, e Ixchel, pasó a ser su esposa y la Diosa Luna.
En agradecimiento y como una prueba de su amor por Ixchel, Itzamná le dio brillo a la noche con las almas de esas doncellas que son las estrellas más brillantes.
– Amor mío, te regalo la noche y las estrellas que la iluminan- dijo Itzamná, Dios Sol.
Se dice que en cada Fuego Nuevo la diosa Ixchel renace del fuego y permite a las doncellas enamorarse y dar como fruto de ese amor un hijo, es por eso que también es considerada diosa del parto y la fertilidad.
La gente del desaparecido pueblo Xcaret cree que cuando un alma de noble corazón muere, se convierte en una estrella, por eso en cada fuego nuevo le ofrecen una ofrenda para que la diosa perdone lo que hubieran hecho para enojarla, y aspirar así a convertirse en una de las estrellas que iluminan su camino.